La historia del psicoanálisis, como cualquier historia, también posee periodos turbulentos llenos de debate, controversia y polémica. No es una locura pensar que entre las sociedades psicoanalíticas existan momentos ásperos como el acontecido en Londres, aproximadamente al comienzo de la Segunda Guerra Mundial.
Mientras que en Londres "reinaba la paz" dentro de la Sociedad Psicoanalítica Británica, encabezada por Ernest Jones; en Berlín y Viena se gestaba la oposición que debatiría fuertemente las ideas de Melanie Klein.
Las ideas del doctor Freud eran respetadas y estudiadas, pero con el tiempo los psicoanalistas comenzaron a hacerse preguntas sobre asuntos que Freud no lograba explicar del todo como lo relacionado con la sexualidad femenina, los padecimientos psicóticos y su origen y, sobre todo, la técnica del análisis infantil.
Anna Freud mantenía una postura mucho más pedagógica con respecto al análisis infantil pues insistía en que los niños no logran hacer transferencia con el analista pues su libido se encuentra aún colocada en la figura de los padres reales. El trabajo analítico consistiría entonces en guiar al niño para generar una dependencia al tratamiento y al analista con el tiempo, cuando pudiera colocar poco a poco sus impulsos libidinales en el espacio analítico. Melanie Klein, por su lado, pensaba que todo aquello era pedagogía y no psicoanálisis; para ella los niños hacían transferencia de manera casi inmediata como lo haría un adulto con su psicoanalista y, además, pensaba que la técnica del juego en los niños era el símil de la asociación libre en los adultos. De este modo, para Klein, el juego debía ser interpretado, sobre todo aquellas representaciones de los impulsos más hostiles, de otro modo el tratamiento no sería efectivo pues las angustias interferirían demasiado.
El periodo controversial duró alrededor de cuatro años y comenzó a estructurarse poco después de la llegada de los Freud a Londres en 1938; traídos por Ernest Jones a causa del establecimiento nazi en Austria.
Los debates consistían en artículos que defendían una postura. Fue tal su intensidad que Melitta, la única hija de Klein, se pronunció en su contra y nunca más volvieron a hablarse.
Los psicoanalistas se preguntaban todo el tiempo cuál era el método adecuado para tratar a los pacientes, algo que nos persigue hasta la actualidad; es común que dentro de la comunidad psicoanalítica surjan debates muy enérgicos sobre quién tiene la razón y quién no; quién sí hace psicoanálisis y quién no.
Pero gracias al periodo controversial se elaboraron ideas que nunca antes se habían planteado los psicoanalistas clásicos. Se abrió la posibilidad de nuevas maneras de comprender la mente y su funcionamiento y, por lo tanto, nuevas posibilidades de tratamiento.
El pediatra, Donald Winnicott, por ejemplo, encabezó el Grupo Intermedio; que aparecía como un grupo que no tomaba partido entre las ideas annafreudianas y kleinianas y creó su propia visión del análisis infantil.
Todas estas ideas tan interesantes desembocaron en teorías que nos sirven maravillosamente en los consultorios con los pacientes y en la comprensión del funcionamiento mental. Es así como estudiamos este momento tan importante del psicoanálisis en nuestro Seminario de Introducción a la obra de Melanie Klein y los poskleinianos dentro de nuestra Academia Virtual.
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